Conmoción en el mundo de los esports por el asesinato de Ingrid Oliveira, mejor conocida como “Sol”, jugadora profesional de Call of Duty: Mobile y cuya vida fuera arrebatada por otro jugador de COD llamado Guilherme Alves Costa, conocido en el ambiente como “Flashlight”.
SOL, de tan sólo 19 años, comenzaba a abrirse paso en la escena competitiva de Call of Duty: Mobile siendo miembro de la organización FBI E-sports.
De acuerdo con la información oficial, Guilherme Alves Costa planeó el asesinato de “Sol” luego de conocerla a través de sesiones de juego en línea.
Lamentablemente, el asesino documentó cada uno de sus pasos, incluyendo el asesinato, y lo compartió a sus conocidos a través de Internet. De hecho, el sujeto envío el video donde cometió el asesinato a la organización de esports Gamers Elite de la cual formaba parte.
Ante el atroz hecho, inmediatamente sus compañeros lo expulsaron, dieron aviso a las autoridades y compartieron un comunicado en el cual aseguran que su relación con el jugador siempre había sido meramente virtual y que no tenían conocimiento de sus planes.
Este caso, en principio, se ha catalogado como homicidio calificado. Es decir, un delito cometido con premeditación y alevosía. Pero para un gran sector de la sociedad se trata de un femicidio que guardaría relación con la violencia machista que existe en los grupos competitivos gamers.
Con este lamentable y condenable hecho también se reabre en los medios el eterno debate sobre la relación de la violencia y los videojuegos.
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